VIDEO:
Sucedió en las calles de Buenos Aires
el 22 de Agosto de 1971.
Dentro de un colectivo de pasajeros en servicio
6 músicos tocaban los materiales del vehículo.
Al subir,
los pasajeros recibían un flyer.
Músicos, instrumento y público se trasladaban por las calles.
Primer evento Flashmob musical
realizado en Argentina.
Composición musical
para ejecutar el interior
de un vehículo de transporte
con los pasajeros dentro.
En 1971 no teníamos
equipos de grabación
y no existía el videotape.
Este evento fue registrado por La Nación
y sigue vivo en nuestra
memoria.
Acotación al margen.
Durante el primer año de actividad del MMM (1970) las ideas brotaban por doquier. Imaginamos una serie de obras conceptuales escogiendo como escenario las calles y lugares públicos. Las llamamos pomposamente; serie de Músicas Peatonales. Tengamos en cuenta que entonces Buenos Aires era una ciudad conflictiva. Sus habitantes transitaban en silencio, con el aspecto inexpresivo del “no te metas” Era una tentación sacudir al ciudadano y observar sus espontáneas reacciones.
La primera acción fue Registro Vehicular en una esquina del centro de la ciudad. El aspecto más relevante de esta obra propuesta por G. Gregorio y Adrián Barcesat no era la información recogida sino el hecho significativo de que un grupo de músicos y arquitectos se instalaran en puntos estratégicos para anotar en sus cuadernos los sonidos de los vehículos que pasaban delante de ellos. Lamentablemente, en aquella época sin filmadoras ni celulares este tipo de iniciativas estaban condenadas al olvido.
Mejor suerte tuvo mi obra “Música para Bus línea 7” (1971), porque convocamos a la prensa y el resultado apareció en una extensa nota de la Revista de La Nación.
Seis músicos subieron a un colectivo de transporte, que cumplía un viaje regular. Cada músico ocupó un lugar del vehículo y lo tocaba con baquetas de percusión según un partitura diseñada para convertir los movimientos del vehículo (detenerse-arrancar- doblar a la izquierda- doblar a la derecha) a patterns rítmicos.
El conductor accedió entregar un flyer con el programa impreso del “concierto” a los pasajeros que subian. También el conductor podía interactuar con los músicos, tocando la bocina.
Durante el primer año de actividad del MMM (1970) las ideas brotaban por doquier. Imaginamos una serie de obras conceptuales escogiendo como escenario las calles y lugares públicos. Las llamamos pomposamente; serie de Músicas Peatonales. Tengamos en cuenta que entonces Buenos Aires era una ciudad conflictiva. Sus habitantes transitaban en silencio, con el aspecto inexpresivo del “no te metas” Era una tentación sacudir al ciudadano y observar sus espontáneas reacciones.
La primera acción fue Registro Vehicular en una esquina del centro de la ciudad. El aspecto más relevante de esta obra propuesta por G. Gregorio y Adrián Barcesat no era la información recogida sino el hecho significativo de que un grupo de músicos y arquitectos se instalaran en puntos estratégicos para anotar en sus cuadernos los sonidos de los vehículos que pasaban delante de ellos. Lamentablemente, en aquella época sin filmadoras ni celulares este tipo de iniciativas estaban condenadas al olvido.
Mejor suerte tuvo mi obra “Música para Bus línea 7” (1971), porque convocamos a la prensa y el resultado apareció en una extensa nota de la Revista de La Nación.
Seis músicos subieron a un colectivo de transporte, que cumplía un viaje regular. Cada músico ocupó un lugar del vehículo y lo tocaba con baquetas de percusión según un partitura diseñada para convertir los movimientos del vehículo (detenerse-arrancar- doblar a la izquierda- doblar a la derecha) a patterns rítmicos.
El conductor accedió entregar un flyer con el programa impreso del “concierto” a los pasajeros que subian. También el conductor podía interactuar con los músicos, tocando la bocina.
La verdadera obra
conceptual consistía en convertir un vehículo de transporte en un
instrumento que era ejecutado desde adentro y se desplazaba por las
calles, trasladando al público pasajero.
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